El 22 de abril se celebra el Día de la Tierra en conmemoración a la primera protesta masiva que se llevó a cabo este mismo día en el año 1970, donde millones de habitantes de los Estados Unidos salieron a las calles convocados por el Senador Gaylord Nelson para proclamarse en contra del daño ambiental y concientizar a la población respecto de la contaminación y la conservación de la Biodiversidad en el planeta. En un entorno con grandes eventos ambientalmente dramáticos en ese momento en el país, y en el mundo, las personas salieron a manifestarse para visibilizar los resultados y las preocupaciones de un sistema económico extractivista para con el Medio Ambiente.
A partir de estos sucesos, las preocupaciones y las acciones concretas para revertir la contaminación, disminución de la extracción de los recursos naturales, la protección y el fomento de la conservación de la biodiversidad, la disminución de la producción de los gases de efecto invernadero y demás problemáticas ambientales cobraron un fuerte protagonismo en algunos gobiernos y organizaciones e instituciones y se crearon simposios, proyectos, leyes y decretos que pusieron al ambiente en foco de discusión y de protección. Se creó por ejemplo la EPA (Agencia de Protección Ambiental), se llevaron a cabo estudios y reuniones como la Primera Cumbre de la Tierra en Estocolmo y sus sucesivas y se originaron los primeros desafíos y objetivos ambientales en busca de un mejor futuro para el planeta y todos sus habitantes.
Si bien a nivel mundial, desde hace más de 50 años se han logrado frenar y disminuir eventos que atentan contra la conservación de la naturaleza y de la biodiversidad; la realidad es que nuestros hábitos de consumo, nuestro modelo económico y la desconexión con el ambiente al que pertenecemos han dado como resultado, lo que ya todos conocemos.
El calentamiento global (hoy ya llamado por la ciencia “ebullición global”) la extinción de especies, la disminución del territorio del amazonas, el rápido derretimiento de glaciares, las islas de basura y la contaminación de los ríos, mares y océanos -entre otras catástrofes ambientales- hacen que debamos replantearnos cada día nuestra responsabilidad como habitantes de este planeta precioso.
Hoy por hoy en Argentina aún tenemos la bendición de poder vivir sin algunos de los grandes conflictos que atraviesan muchos países del mundo, como hambrunas, guerras y escasez de agua; pero también es cierto que vivimos en un país donde la conciencia ambiental todavía no está completamente instaurada en las agendas políticas de los gobiernos de turno, y en una gran parte de la sociedad como algo primordial. Tenemos entonces la gran responsabilidad y la suerte de poder elegir el rol que podemos desempeñar con una conciencia social y ecológica que nos comprometa y haga un llamado a la reflexión.
Soy montañista, escaladora, Guía de Alta Montaña y Licenciada en Gestión Ambiental, pero ante todo soy una persona enamorada de las montañas y que se emociona por cada rincón que he tenido la oportunidad de transitar en la naturaleza y creo que sobre todo, TODOS nosotros, quienes disfrutamos de los ambientes naturales y agrestes, pasando mucho tiempo de nuestras vidas en las montañas, los mares, los ríos y los bosques de este país, y donde hemos sido auténticamente felices desarrollando nuestras actividades, trabajos y deportes; ya no podemos quedarnos con la conciencia tranquila al simplemente dar el ejemplo. Debemos más bien convertirnos con urgencia en educadores ambientales y en agentes de cambio desde los lugares en los que nos toca vivir y desenvolvernos; SENTIRNOS PARTE porque somos parte y sumar con acciones concretas, por más imperceptibles que nos parezcan, al cuidado y protección de nuestro hogar.
La efeméride del 22 de abril nos recuerda nuestro compromiso individual y compartido como sociedad para llevar a cabo cada día acciones y elecciones que contribuyan a la buena conservación de nuestros entornos naturales.
Las acciones son infinitas: disminuir el consumo de agua, reciclar y separar los residuos, rechazar los plásticos de un solo uso, ahorrar energía, restaurar nativas, elegir productos agroecológicos, usar transporte público, andar en bicicleta, no dejar huella, plantar árboles, reutilizar, disminuir nuestra producción de basura, ser conscientes en nuestras elecciones de consumo, etc... Sintámonos parte, vivamos de manera más consciente y orientemos nuestros hábitos de consumo hacia el camino de la sostenibilidad.
Por Weni Sánchez